Hoy hace 25 años que inicié un viaje, creo que el más
importante, y elegí al mejor compañero
de travesía.
Alguien entonces, cuando le dije que había tomado la
decisión de compartir mi vida con una persona, me dijo que el matrimonio era
como una ciudad sitiada, los que están dentro quieren salir, y los que están
fuera quieren entrar. Eso me dejó con la mosca detrás de la oreja, pero aún y
así, me lancé…bueno, mejor dicho nos lanzamos…
En el viaje de la vida, lo mejor no es llegar a destino,
sino aprender y disfrutar al máximo del propio camino. Pasas por diferentes etapas,
te encuentras con diferentes personajes, unos continúan contigo todo el
trayecto, otros aparecen en algún tramo y después desaparecen dejando un vacío
permanente, otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que
ya no están.
Encuentras montañas escarpadas, valles que impiden ver
más allá de la montaña, llanos aburridos, tramos sin camino, curvas peligrosas,
señales de advertencia… y si estas situaciones las compartes, se minimizan o se
intensifican, si encuentras al compañero adecuado.
No voy a hacer un ensalzamiento del amor a lo “ñoño”, no
me va, es una reflexión más profunda, mucho más sólida que el mariposeo en el
estómago, que los príncipes azules, y nada que ver con “mucho te quiero
perrito, pero pan poquito”.
Y lo mejor de todo, que lo mejor está por venir!!!!.
Bon voyage!!!! ;-).
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